Eso de volver a ser estudiante a los treinta es complicado. Al principio es muy motivador, empiezas una nueva carrera (sí voy por la segunda), una universidad diferente, un plan de estudios diferente (odio eterno al Plan Bolonia) , nuevas metas y proyectos. Pero al cabo de los años sólo pienso en terminar y eso que aún me queda.
Estudiando Derecho he aprendido a suspender con dignidad, a calcular las horas de estudio por «tochos» y a desaparecer de mi vida social durante tres o cuatro meses al año, es decir, finales de agosto y septiembre, enero y parte de febrero y junio.
Porque es bastante complicado estudiar una carrera cuando tienes una vida.
Conciliar la vida laboral con la académica es difícil y más aún con la familiar, social y amorosa.
Pero bueno aquí estoy de nuevo en mi mes de exámenes, casi desaparecida del mundo y de mi blog y buscándole más horas al día.
Ya queda menos y me motiva pensar que lo mejor llegará después de los exámenes.